Reclamo popular a los Poderes del Estado democrático (por la marcha del sábado 8 de junio)
- Enrique R. Ansaldi
- 10 jun 2019
- 4 Min. de lectura
Nos reúne hoy la situación judicial de Leandro Rodríguez Lastra, un médico ginecólogo entre los muchos que ejercen en Argentina, que salió a publicidad porque fue consecuente en la práctica con su Juramento al momento de recibir su diploma habilitante. https://www.aciprensa.com/noticias/medico-que-evito-aborto-en-argentina-recibio-homenaje-78030
Esto sucede, lógicamente no solo en Argentina.
Con o sin el agregado de la motivación religiosa.https://es.aleteia.org/2019/06/06/bautizan-a-la-bebe-que-nacio-viva-tras-aborto-legal-y-la-llaman-victoria/?fbclid=IwAR30BTHOKt1KQpeHiiqgbWTWu1VYHl2BirwaTL0G16BAbSJFv8PF6pfUygo
O sea, hoy, como pueblo argentino, nos manifestamos públicamente para reclamar al nivel de Justicia que corresponda, que acabe esta farsa de declarar culpable a quien hace lo que la misma sociedad que constituimos le ha encomendado oportunamente hacer: salvar vidas, curar enfermedades, acompañar a los enfermos, aliviarles el sufrimiento.
Leandro Rodríguez Lastra, un ciudadano más de nuestro País, cumplió con su deber, sin medir otra consecuencia que el bien del paciente más frágil, en aquella oportunidad madre e hijo, los dos pacientes frágiles en esa consulta a su guardia.
Exactamente lo que hacen a diario, y muchas veces cada día la inmensa mayoría de los médicos y los diferentes trabajadores de la Salud aquí mismo entre nosotros, en San Rafael, y en el mundo entero.
El mérito del personal de salud es el deber cumplido. El delito está cerca cuando no se actúa con diligencia y/o idoneidad.
Leandro Rodríguez Lastra, actuando con diligencia e idoneidad, salvó las vidas que estuvieron en riesgo de muerte y así honró el legado que le dio la Sociedad argentina, honró su juramento profesional, honró su persona, honró la vida ¡! como tal seguramente ya antes lo había hecho cientos y miles de veces más.
Esta reunión popular y pública nos convoca asimismo para que advirtamos la situación de división de opinión y acción que existe en nuestra nación en torno al inconcebible juicio al Dr. Rodríguez Lastra iniciado y seguido a partir de falsedad ideológica, apoyado en legislaciones ambiguas, lo cual es una muestra de la división existente desde el comienzo de la legislación argentina en torno al primerísimo derecho: la Vida; porque existe desde entonces la no-punibilidad de algunos abortos procurados; o sea tenemos el aborto legal, de ese modo, entre nosotros desde siempre.
Por ello es entendible que también esta vez se hayan confabulado legisladores, jueces, fiscales, civiles e incluso médicos en contra de Leandro Rodríguez Lastra; porque no tenemos un único pensamiento, no hay una única educación; y ante una misma situación unos actúan según la verdad y otros según una u otra ideología. Y esto se da no solamente en Argentina.
La Constitución Nacional, elaborada muchísimos años después de Hipócrates, incluye no la letra pero sí el espíritu del Juramento Médico, salvando la referencia antedicha al código penal. Se trata de nuestra actual Constitución Nacional, que tiene incorporados varios tratados internacionales, y hace explícita defensa de la persona humana desde su concepción hasta su muerte natural.
Vivimos en el inicio del tercer milenio con la sensación y muchos hechos a la vista que nos dan cuenta que muchísimas cosas, conductas personales, movimientos sociales, revisiones de todo tipo, intentos de nuevas pautas colectivas de existencia, se fundan en el individualismo y la desconfianza hacia el prójimo y hacia todo lo históricamente instituido, y dando las espaldas a la Naturaleza y a la Ciencia; con la gravedad creciente de un adelantamiento progresivo en la edad en la que ocurren los suicidios y los abominables crímenes de los abortos procurados.
Pero no podemos dejar de ver y entender que paralelamente y en el silencio necesario del encuentro con el paciente, el sufriente, existen cada día, todo el día, en nuestra ciudad y en todo el mundo, servidores amables, fieles a su profesión, dando las ayudas correspondientes a cada caso. Éstos no son noticia; ni se hacen publicidad a sí mismos; (asimismo no era noticia Leandro, no necesitaba publicidad); pues no necesitan adulaciones ni exhibicionismos ya que sus cometidos se inician, desarrollan y culminan, en la privacidad de la consulta que el sufriente ha generado. Y por eso aquel gesto común de servicio que prestó Leandro Rodríguez Lastra el 2 de abril de 2017, nunca debió pasar de lo que es una atención más en la dinámica del servicio de salud, pero no fue así pues quienes fracasaron en procurarle el aborto a aquella madre luego buscaron su revancha contra quien ayudó a la mujer a sobrevivir ella y su hijo; y estamos hoy en la impensada situación de pedirle a nuestro Poder Judicial que revea el veredicto que sentencia al médico que obró con diligencia e idoneidad apoyado en su obligación de conciencia y además juramentada.
Si este caso fuese a acabar con la prisión y desmatriculación de Leandro R L, entonces también está abierta la puerta para el desmembramiento de toda la sociedad: dar vida y quitar vida ya son igualmente plausibles e igualmente condenables según quien sea el expectador de cada acto.
Qué lejos, cada vez más lejos, estamos de vivir tras un objetivo común que nos de felicidad y asegure dignidad a las generaciones futuras.
En unos minutos volveremos a nuestras vidas particulares. Hagámoslo con la motivación renovada por el gesto de Leandro: ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos; que no nos falte fuerza para practicar el Bien que decimos conocer, que nuestras conciencias nos llaman a procurarlo en cada uno de nuestros trabajos y gestos.
Viernes 07 de junio de 2019
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