Memorias de la guardia
- Enrique R. Ansaldi
- 20 jun 2019
- 2 Min. de lectura
Las memorias de un Colega que tras cuarenta años en la guardia asume la jubilación porque, a renglón seguido de la voación y trabajo semanal de guardia, ahora la patria lo convocó a esta etapa, son tantas como para escribir durante otros cuarenta años porque salen de los aproximadamente cien mil encuentros con pacientes y/o familias.
Van algunas de lo vivido cotidianamente por más de 14 mil días:
- Los domingos de guardia transcurrían en la puja entre el deber en la profesión y el deber en la vida personal y familiar.
-Las guardias en semana están recargadas por los trámites que se exigen de otros sectores de la institución, al menos regularmente de la oficina de personal.
-Los pacientes son individuos únicos a los que los síntomas comunes lamentablemente los uniformizan.
-Los colegas que asumen funciones directivas dejan de ser colegas en el período de sus funciones. Al punto es cierto que con comparten ya la tarea asistencial ni la inquietud académica.
-Los colegas en funciones de coordinación sufren por la impotencia de no poder ayudar al colega asistencial ni poder convencer al colega directivo; salvo deshonrosas excepciones.
-Las familias, muchas de ellas, tras cuarenta años en una comunidad están constituidas por los niños más pequeños del inicio del ejercicio profesional y los más grandes de entonces son abuelos y algunos bisabuelos !
-La carrera médica en Argentina, salvo honrosas excepciones, es una carrera contra las malas economías y en el campo de la utopía de mantener y acrecentar el fervor estudiantil y el deseo de la investigación ...ambas últimas instancias nunca concretadas.
-Las epidemias de verano les meten menos miedo a la población en general que las de invierno. Porque en verano es normal andar de noche sin y así llegar a la guardia.
-Sin carrera médica institucional -hospitalaria, ministerial, regional, etc.- hablando de cualquier actividad médica de una y otra especialidad -y arriego a presumir igualmente de otras disciplinas- acaba el profesional en el hastío, salvo un renovado compromiso interior personal suyo ante sus pacientes.
-La justa atención del paciente tiene que ver primera y estrictamente con la necesidad del paciente en su lugar, situación y momento. Sin anteponerle miramientos del sistema ni proposiciones de alternativas terapéuticas que lo desubiquen de su cordura. Por ejemplo: si un niño de tres años con diarrea aguda, que amamanta diariamente, tiene leve deshidratación, no requiere más que la recomendación de mayor ingesta de leche de mamá y de agua, y el control según pautas de alarma.
-No correrse de lo bien aprendido en la Universidad así como lo nuevo fundamentado por expertos honestos es el apoyo fundamental para la serena honestidad de la tarea diaria.
-La memoria de la gente que consulta, niños y familias, es casi igual por generaciones; siendo diferente por los condicionamientos que padecen las personas provocados por los mercados y sus medios.
-Estar agradecido ante cada respiración que se observa, es saludable, es "futurista", es vital.
eransaldii@gmail.com
📷
Comments