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La tele-atención y la generación de un nuevo miedo.

  • Foto del escritor: Enrique R. Ansaldi
    Enrique R. Ansaldi
  • 4 sept 2020
  • 1 Min. de lectura

La covid-19 trae para imponer, no para elegir, la tele-atención médica.



Como ficción muy interesante: abro mi celular, le doy un toque al médico, hola-hola, le digo que estoy febril, él capta en su celular mi temperatura (por sendas app que toman este tema), me hace abrir la boca, me mira por su celular a través del mío (sendas app para el tema), me da el diagnóstico, pulso "me gusta" en la app de transferencia bancaria y él constata el pago de la consulta, me prescribe un medicamento cuya receta ya el farmacéutico está recibiendo y me lo envía a mi domicilio y apenas verifico el producto le doy "me gusta" y por transferencia bancaria recibe el pago, chau-chau.


El paciente, los pacientes, distraídos por la novedad tecnológica, pronto advierten que algo malo tiene el médico o tienen ellos porque esta separación de cuerpos es diametralmente opuesta a lo que ocurría hace unos meses y a lo conocido por tradición de las generaciones precedentes... la toma del pulso piel a piel, la palpación de lesiones piel a piel (algunas veces con guantes más por respeto que por prescripción sanitaria), los dedos rebatiendo los párpados o buscando "un granito" en el cuero cabelludo, las manos acomodando la postura para ver los reparos de la columna vertebral...


Un nuevo miedo acumulan los pacientes por la soledad, el abandono táctil, en que incurrimos los médicos por el miedo al sars-cov-2 que puedan tener nuestros pacientes.


Enrique R. Ansaldi



 
 
 

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