¿derecho al dolor, a sentir dolor?

La pregunta surgió después de la afirmación que recibió del terapeuta el esposo de la mujer, ambos jóvenes, en los últimos días del cáncer (fase terminal del proceso de la enfermedad cancerosa).

Desde el punto de vista de los sentidos, de la capacidad de sentir, es entendible tal derecho ya que es normal dar gracias por la capacidad humana de ver, oir, oler, gustar, tocar.

Dicho ello mismo en circunstancias tan opuestas como disfrutar del murmullo de las olas del mar o de las cigarras en una noche de verano, y como padecer dolores por las metástasis del cáncer, parecería que se debiera cambiar el discurso; y no, pues solo cambia el modo, el tono, de relación con quien ríe o con quien llora. Ya que el derecho a vivir con las capacidades que cada circunstancia pone en exigencia es de cada persona (salvo que ésta no quiera ya reir o no quiera ya sentir dolor; a la primera termina el comentario jocoso, a la segunda se le da un analgésico paliativo).

En toda circunstancia humana la mirada del momento actual está mirada por Dios, y depende de cada persona mirar-lo a Él o no.

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